domingo, 14 de junio de 2009

ÉL JUEGA CON LAS CARTAS MARCADAS


El poder del Magreb, en manos de clanes familiares

Constitución dinástica en Marruecos
El caso marroquí es en cierto modo paradójico. La transmisión hereditaria del poder se hace por ley. En tanto que monarquía constitucional, el nuevo monarca es designado dentro de la Familia real y aceptado por la sociedad y las instituciones del Estado que le juran obediencia y fidelidad. De este modo, Mohamed VI ha sucedido a su padre Hassan II muerto en 1999.

Sin embargo, la imposibilidad de la institución monárquica de convertirse en instrumento para el desarrollo, ha llevado al soberano alauita a promover, por intermedio de su amigo y confidente Fuad Ali El Himma, compañero de pupitre del joven heredero, la creación de un Partido de la Autenticidad y la Modernidad (PAM), que sirve para plasmar los designios reales. La Constitución marroquí permite al Rey designar a dedo al Primer ministro de su conveniencia. Hassan II propulsó a su cuñado Ahmed Osman para formar un partido centrista (Reagrupación Nacional de Independientes), y después lo nombró jefe de Gobierno. Mohamed VI puede hacer lo mismo con Fuad el Himma.

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